Sumario
El Toldo de Astier. Propuestas y estudios sobre enseñanza de la lengua y la literatura. Año 8, Nro. 15, Octubre de 2017. ISSN 1853-3124
Editorial
Durante los ´90, en tiempos de reconciliación con genocidas, el trabajo docente fue clave en la defensa de la memoria popular. Mientras el discurso oficial saludaba a los victimarios, en las aulas conocimos las voces y los rostros de las víctimas. Mientras Carlos Menem se sacaba fotos con Isaac Rojas o indultaba a los genocidas de la última dictadura cívico-militar, en las escuelas circulaban los libros, las historietas, las memorias, los fanzines, las charlas, las canciones, los encuentros, las marchas, que permitieron que no olvidemos, que no perdonemos, que no nos reconciliemos con el pasado militar pero, tampoco, con aquel presente neoliberal.
Muchos de nosotros, en esas escuelas, leímos por primera vez la carta abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh, o El Eternauta de Oesterheld, o leíamos las quemas de libros en El Quijote o en Fahrenheit 451 como cifras del pasado reciente. En tiempos donde los discursos políticos y mediáticos nos proponían entrar al primer mundo aceptando que muchos de nuestros compatriotas vivieran sin trabajo o murieran de hambre, fue en las aulas donde leímos “Como un león” de Haroldo Conti como presagio de los tiempos que corrían, al Martín Fierro como el derecho del desposeído de pedir lo justo, o las tiras de Quino para denunciar la hipocresía y la violencia del sistema vigente.
Pasaron los años y los gobiernos, pero las escuelas continuaron siendo los paredones donde las nuevas generaciones grafitearon las voces de los vencidos, de los que aún pedían memoria, verdad y justicia, de los que seguían fuera de la fiesta económica. Los jóvenes grafitearon las letras necesarias de estos tiempos, de amor y de guerra, sus nuevos modos de decir, entre el rap, la cumbia y el rock, de reclamar su lugar en el mundo. Las escuelas nunca dejaron de ser, ante todo, nuestro lugar público privilegiado de compartir la palabra. Otras instituciones nos piden silencio y obediencia; las aulas, por el contrario, son ese espacio donde todos podemos hablar, escuchar, discutir, pensar, enojarnos, reírnos. Compartir. Los maestros y las maestras, los profesores y las profesoras, en un sistema cada vez más privado (o mejor: privatizado) tenemos la oportunidad única de hacer del aula un fogón, un encuentro, un patio, un toldo, para escucharnos, para hablarnos.
No es casual, entonces, que haya sido el presidente Mauricio Macri quien dijera que no hay peor cosa que caer en la escuela pública. No es casual, entonces, que haya sido el ministro de educación Esteban Bullrich quien haya llamado a una segunda conquista del desierto pero donde ahora cambiemos armas por educación (¿no se conformará con todos los indios que mataron para que su bisabuelo le legara las tierras que hoy son su propiedad privada?). No es casual, entonces, que la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, como en una requisa pública, exigiera la adscripción ideológica de los docentes.
En estas últimas semanas los argentinos vivimos en una encrucijada: aceptar o no vivir con una desaparición forzada. Un joven que fue, primero, desaparecido por gendarmería, pero luego por el ministerio de seguridad, pero luego por los funcionarios públicos, pero luego por el juez, pero luego por los medios de comunicación. Todos ellos desaparecieron durante semanas a Santiago Maldonado. Hoy sabemos que sin nuestra lucha no hubiéramos sabido nunca más nada. Esa lucha, como en los ´90, también se dio en las aulas argentinas. El mismo gobierno (como en las épocas más oscuras) habilitó el número de la vergüenza: un 0800 para delatar a los docentes que hablaran de la desaparición de Santiago Maldonado. Pero en la mayoría de las escuelas (a pesar de amenazas, censuras y sanciones) se habló de su desaparición forzada. Los docentes hicimos lo que sabemos hacer: enseñar. Se leyeron poemas, se pintaron murales, se escribieron cartas. Se estudió la historia mapuche, se habló de los asesinatos a indígenas y el robo sistemático de sus tierras. Se explicó cómo nuestra literatura (desde “El Matadero” a Operación Masacre) ya había descripto la violencia política que hoy, nuevamente, descubríamos presente.
Los docentes rompimos el cerco informativo del gobierno y de los medios. El cerco mediático que inventaba a un joven artesano viajando por Entre Ríos, de vacaciones por otro país o escondido por motivos de terrorismo internacional. Logramos saber la verdad: Santiago Maldonado fue muerto durante un operativo ilegal de Gendarmería. Hubo marchas, presencias públicas imprescindibles, discusiones callejeras, una familia peleando por justicia. Hubo muchos modos de la lucha. De la resistencia. Nosotros, en las aulas, como enseña nuestra historia, hicimos nuestro aporte. Nosotros, desde las aulas, seguiremos luchando. Santiago Maldonado presente, ahora y siempre. En las aulas argentinas seguiremos enseñando. Santiago Maldonado presente, ahora y siempre. No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos. Santiago Maldonado presente, ahora y siempre.
Recibimos en esta nueva edición de El toldo de Astier. Propuestas y estudios sobre enseñanza de la lengua y la literatura a Agratti, Cajal, Curutchet, Escobar Gutiérrez, García, Hernández, Huento, Jara y Rabasedas, Maldonado, Nieto, Panno, Vaamonde y Zapico. Así, nos presentan sus trabajos. Por un lado, acerca de la enseñanza de la lengua a partir de los memes, por otro de la importancia del montaje como estrategia didáctica para la enseñanza de la literatura, y también, sobre cómo dialogan en el aula los saberes de la mitología griega con los videojuegos y los dibujos animados. A su vez, nos comparten trabajos sobre los jóvenes que organizan en la ciudad de La Plata talleres de rap y acerca del lugar de las distintas formas del terror en clases de literatura de la educación primaria, además de ironías sobre el rol docente, la burocracia y las tensiones de la academia. Otros trabajos nos hablan sobre la didáctica universitaria y la formación para la educación superior, sobre los aportes de los talleres de escritura creativa y su relación con la educación literaria de niños y jóvenes; sobre cómo es posible un abordaje de la diversidad sexual desde la novela juvenil anclado en la enseñanza de la literatura. Por último, se reseñan dos libros y una propuesta didáctica. Uno de ellos desarrolla el lugar de la narración en la formación docente, otro recupera discusiones sobre la comprensión lectora; la última trabaja con la enseñanza de la lengua y la cultura mocoví.
Bienvenidos por decimoquinta vez. Pasen nomás al toldo que hay lugar y mate con bizcochos.
Firma esta vez Mariano Dubin.
La gambeta didáctica. Propuestas de enseñanza
Los memes como abordaje de la lengua. Propuesta para trabajar el modo subjuntivo a partir de una perspectiva situada por Daniela Huento (p. 2-11)
El shock de lo fragmentario: una sintaxis del montaje por Julio Panno (p. 12-20)
Entre seres de la mitología, videojuegos y dibujos animados por Silvia Vaamonde (p. 21-28)
La lengua desbordada.
Enseñanza de la lengua y la literatura en contextos diversos
Surgir en unidad creando realidades: del taller de rap a la productora independiente por Josué Andrés Agratti (p. 29-36)
Terror en la escuela. Historias que circulan entre alumnos de la escuela primaria por Norma Maldonado (p. 37-44)
Botellas al mar. Escritos de ficción
Educar por Marilina Hernández (p. 45-51)
Maquinaciones. Artículos
“Caer” en la escuela pública, caer en la descentralización: las evaluaciones estandarizadas de lengua y su impacto en la construcción social del territorio por Natalia Soledad Cajal (p. 52-59)
Didáctica universitaria y configuraciones didácticas, bases para la formación en la educación superior por Diana Patricia Escobar Gutiérrez (p. 60-70)
El oficio del taller literario como dispositivo de escritura creativa por Laura Rafaela García (p. 71-85)
Diversidad sexual y novela juvenil: alusiones, explicitaciones y pedagogía por Facundo Nieto (p. 86-102)
Almacén de libros. Reseñas críticas
Narrar para entretejer la trama: formación docente, escritura y subjetividad por Carina Inés Curutchet (p. 103-108)
Desafíos de intervención en EIB: moqoit, una propuesta lúdico-interactiva por Valentina Jara y María Inés Rabasedas (p. 109-114)
¡Hasta que alguien se animo!: Leo, pero no comprendo por Martín Zapico (p. 115-118)